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Sotil:  Va a ser difícil pero no imposible pasar a octavos del final

¿Tiene orden este “desorden”?

Las elecciones han desatado una Torre de Babel de interpretaciones. Todos somos generales después de las batallas. Todo el mundo ya lo había advertido.

Juan Arroyo Laguna

Publicado: 2020-01-31


El título parafrasea a Saramago (2002), que decía que “el caos es meramente el orden esperando ser descifrado”. Las elecciones han desatado una Torre de Babel de interpretaciones. Todos somos generales después de las batallas. Todo el mundo ya lo había advertido. El problema es que la realidad peruana es naturalmente una Torre de Babel. Esto de entender y construir un "nosotros diverso" es más fácil declararlo que hacerlo.    

El dato duro es que el domingo en la tarde el centro clase-mediero celebraba su triunfo y al otro día, con las cuentas más claras, se descubría que lo nuevo era la presencia inadvertida antes del FREPAP, Urresti (Podemos Perú) y Antauro (UPP). El Perú cholo-mestizo y andino había buscado nueva representación electoral, si bien aquí nunca se sabe hasta cuándo. El voto anti-sistémico o simplemente de protesta había buscado en corto tiempo canales por fuera del centro liberal y de la propia izquierda oficial, que ya no le bastaban.

Hay dos noticias entonces, la primera, la cancelación del sistema de partidos anterior, en que primaba la alianza entre el Fujimorismo y el Apra, y la segunda, la apertura de otro sistema de partidos de 9 partidos bastante parejos en votación, que representa un espectro más amplio de las peruanidades existentes.

Algunos, como la mujer de Lot, se han quedado mirando hacia atrás, celebrando lo que se murió, cuando el problema real es si alguna mayoría de bancadas puede empezar a dar vida a esta expectativa de nueva transición democrática hacia un proyecto de peruanidad factible y viable.

La ansiada reconstrucción del país es un cambio del proyecto de peruanidad real en que andábamos. Los bloques políticos comportan proyectos nacionales distintos. El del fujimorismo era un Perú tipo México, de muy baja gobernabilidad, alta informalidad y corrupción sistémica.

No es verdad sin embargo que con la emergencia del trio FREPAP-PP-UPP estemos con claridad dando una vuelta de página progresiva respecto al Perú desinstitucionalizado que promovía un sector del empresariado con el fujimorismo por delante.

Más bien puede tratarse, desde otros extremos, de nuevas versiones del mismo Perú de siempre. Su presentación es la de la línea dura, la pena de muerte, la reivindicación del macho alfa, la amnistía a Antauro. El orden autoritario ante el desorden como forma de vida social impuesta por las fuerzas de la corrupción. Veremos luego de varios meses. Porque aquí todos queremos más orden, pero aprovechamos el desorden.

El problema para las clases medias urbanas que administran bajo diferentes membretes la poliarquía peruana es que, si bien aritméticamente no hay una gran distancia entre los 9 partidos que pasaron la valla y no hay una primera mayoría relativa clara, nadie tiene garantizado el gran elector del 2021 y menos ellas solas.

Es cierto que la cifra repartidora aumentó algunas votaciones válidas y disminuyó a otras. Agrandó a AP y minimizó al Partido Morado. Es un dato duro que los grandes derrotados han sido Fuerza Popular, el Apra y Contigo, y que las fuerzas emergentes son el FREPAP, UPP y PP. Es cierto que la izquierda se automarginó, aunque eso fue desde antes. Y ya no es un problema de firmas para el 2021.

Pero ¿hacia delante, qué? El problema político es cómo representar algo tan diverso. Pero, además, ¿se trata solo de representar por fuera o ser realmente diverso? ¿No se pagó el costo de la inautenticidad?

Es más, los que juegan a representar por fuera y para ocasiones, juegan a ser romos: cuanto más romos, mejor se representa esta Torre de Babel, aunque sin norte a ningún sitio. AP y Somos Perú son eso, romos. El Partido Morado es más bien un partido de cuadros. Igual el PPC y por eso nunca despegó. Están colocados en las principales ciudades y representan orgánicamente a las clases medias profesionales. Se necesitan partidos de todas las sangres. Y éste no es un tema racial.

Ahora que aparece Jorge Nieto y su Partido del Buen Gobierno, y más adelante Salvador del Solar, y seguramente Urresti tentando la presidencial, y AP buscando repetir a escala sus dos triunfos recientes, hasta de repente Antauro, ¿quién podría armar el rompecabezas de un nuevo bloque de alianzas políticas para un segundo debut del Perú, beneficioso para las mayorías, en este tormentoso pero fascinante siglo XXI?


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