Un gobierno sin oficialismo
Las declaraciones recientes del congresista Carlos Bruce, de Peruanos por el Kambio, expresando la crisis de identidad de su grupo parlamentario al no sentirse ya oficialistas, expresa de cuerpo entero lo que se viene viviendo.
Las calles han despertado y la escena política se ha vuelto a entrampar, esto último por falta de una hegemonía de ideas claras y de un liderazgo capaz de llevarlas adelante.
Como siempre, el Perú viene dando la pauta de una ciencia política sin categorias, no porque no las haya, sino porque su idiosincrasia es la heterodoxia. Hasta Vizcarra era un régimen presidencialista, pero con Keiko al frente, se ha convertido en un régimen parlamentario. Retorna a ser el otrora reconocimiento aprista de ser el primer poder del estado.
Ahora hay gobernabilidad pero no gobernanza. Hay más estabilidad, pero muy poca capacidad ejecutiva. De otro lado, pocas veces ha habido una perdida tan rápida de legitimidad, en simultáneo, del oficialismo y de la oposición, aunque curiosamente por razones opuestas. La opinión pública critica al oficialismo por opaco y super-diplomático, mientras que disiente del keikismo, por todo lo contrario, avasallador y tosco.